Por: Manuel Pino, Socio y Fundador de Grupo Imagine
“No hay mal que por bien no venga”, dice el proverbio popular. Un concepto conocido, un poco añejo, pero lleno de sabiduría. Y es hoy más que nunca, en un mundo con cambios tectónicos en todos los ámbitos de nuestra sociedad, que traerlo a las manos nos puede iluminar el camino. Si al anterior le agregamos que “a río revuelto, ganancia de pescadores” podríamos empezar a mirar con nuevos ojos todo lo que está pasando en Chile, nuestro vecindario y el mundo.
Ya sabemos que el mundo cambió -y seguirá cambiando- vertiginosa e impredeciblemente. Nos “mal acostumbramos” a un mundo predecible, que avanzaba ordenado, “lento, pero seguro” y mejorando en “la medida de lo posible” y con “una receta” que funcionaba. Sin embargo, apareció el COVID. Letal y terrible para muchos. Una fuente de dolor para miles de familias y un desafío en sí mismo para la humanidad, que a su vez traía consigo un mar de oportunidades.
Macabra pandemia, que nos ha hecho reflexionar de lo humano, lo divino y que nos viene dando una y otra bofetada para ir tomando conciencia que hay más “de una mirada” para entender el mundo (siempre ha sido así) y que había, literalmente, más ojos mirando Chile, el mundo y el universo desde nuestro país.
Chile es conocido como la capital mundial de astronomía. Más del 40% de las observaciones astronómicas al espacio se hacen acá, y parte importante es desde la privilegiada Región de Antofagasta. Emergen y siguen apareciendo grupos económicos privados que han puesto los ojos en el Espacio, SpaceX, Virgin Galactic, Blue Origin y Digital Globe, por nombrar algunos, están invirtiendo y desarrollando distintas iniciativas, bajos diferentes paradigmas, en la carrera Astro Espacial. Compañías tradicionales como Monsanto, Semilleras de cannabis (enorme negocio que se mete bajo la alfombra en una sociedad conservadora), están desarrollando soluciones para cultivar en zonas extremas, para alimentar al que será una especie “humana – multiplanetaria” en las próximas décadas.
Los estados históricamente han sido los principales promotores de la innovación en la carrera Astronómica y Espacial. Chile no se quiere quedar atrás y es así como con un gran esfuerzo se está impulsando el “Sistema Nacional Satelital”, que entre líneas – con más ambición y alineando al talento – perfectamente puede transformarse en un “Sistema Nacional Espacial”, generando con ellos nuevas capacidades para el país y la humanidad.
Grandes influyentes globales como Elon Musk, Jeff Bezos, Richard Branson, Mark Zuckerberg, entre otros, emprenden hoy proyectos bajo distintos modelos para acercarse al espacio y con ellos, también han aparecido programas que buscan acelerar y desarrollar proyectos impulsados por nuevos talentos que apunten a crear nuevos mundos. Y de esta realidad Chile no puede quedar ajeno.
En esta nueva etapa de la carrera astronómica y espacial “desatada”, bajo distintos modelos de desarrollo y una gigantesca inversión, emergen un conjunto de desafíos para la humanidad en los cuales desde Chile y en particular desde Antofagasta podemos ser protagonistas. Una “Mega movida” planetaria que trae, entre muchos otros, oportunidad en ámbitos tales como: La creación modelos de datos; Orquestación de infraestructura y arquitectura de información sofisticada; nuevos servicios asociados a la observación e investigación, la vida en el espacio, la alimentación y producción de alimento en zonas extremas, nuevas energía, cohetes reutilizables, nuevos materiales, “microsatélites”, nuevos materiales, impresión 3D, sistemas autónomos, Inteligencia artificial, “navegación terrestre”, nuevos modelos logísticos y de ensamblaje espacial, antenas, Big Data, educación, entre otros, que buscan hacerse cargo de “oportunidades sin precedentes”, siendo esto último una oportunidad para ir “en el momento” adecuado como región y país en el desarrollo de una industria y no 10 o 20 años después, en donde nuevamente habremos llegado tarde.
Ser protagonistas será posible toda vez que se impulse con convicción un plan que inste a talentos nacionales y globales a participar de esta industria. De generar los incentivos correctos para desarrollar desde las potencialidades del país y las regiones que miran al espacio, los nuevos negocios, proyectos y programas de impacto global. De ser capaces de generar “masa crítica” de actores en el ámbito que se apalanquen a la región, así como atraer a los inversionistas regionales y mundial para invertir desde el potencial regional. De ir tomando conciencia de la existencia de una industria mucho más allá del turismo, que permite colocar a las regiones que miran al espacio, en la órbita de los principales actores globales
Para lograrlo, se hace necesario desarrollar nuevos programas de iniciativas que estimulen la creación de nuevo valor, que por un lado explote el talento innovador-emprendedor y por otro conecte con el conocimiento de punta para hacer factible y viable iniciativas de este tipo. Atraer inversión tanto pública como privada que permita a los nuevos emprendedores, construir el futuro.
Chile está presente en esta carrera, hay mucho talento nacional que está actualmente desarrollando tecnología de punta. En esa línea creemos que es central para el país, en particular para la Región de Antofagasta, impulsar iniciativas que pongan en la agenda el talento de emprendedores e innovadores de la industria astro espacial como una oportunidad de desarrollo a futuro.
Hacia allá vamos. Debemos ir “hacia donde irá la pelota, no donde está”. No basta con hacernos cargo de la contingencia, que por cierto debemos abordar y avanzar. No obstante lo anterior, no puede ser una excusa para dejarnos fuera de una conversación estratégica para el país, y a vista de nuestros ojos que hoy miran al espacio, dejar pasar la oportunidad de plantearnos de realmente ser protagonistas del futuro.